Artículo de Eduardo Sotillos
El tiempo en el que los rasgos de descaro y casticismo chulesco de la presidenta de la Comunidad de Madrid eran acogidos como una muestra de personalidad populista y llegaban a hacer gracia ha terminado. Lo quiera o no lo quiera admitir, y por mucho que se empeñe en falsear los datos de la hemeroteca y convertir anécdotas en categorías para intentar distraer la atención, la cruda realidad es que hemos pasado del momento de las sospechas al de las certezas
Y también es cierto, porque las pruebas caligráficas aportadas por el diario El País son abrumadoras, que desde despachos pagados por la Consejería del señor Granados se ha practicado espionaje. Mal que le pese, las cintas grabadas al cabecilla de la trama, ya en prisión, el omnipotente y omnipresente señor Correa, existen y escandalizan por su obscenidad. El auto del juez Garzón, sin ambigüedades interpretativas, denuncia compra de voluntades de políticos y funcionarios en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos con pagos en dinero y en especie. Madrid y Valencia son los principales escenarios de actuación de ese complejo de sociedades instrumentales beneficiarias de cohechos.No hace falta cargar las tintas, sino exponer ordenadamente los hechos probados para cargarse de legitimidad a la hora de exigir responsabilidades políticas, a la par que se aguarde con absoluta confianza y respeto la actuación de la Justicia.
Esperanza Aguirre sigue sin explicar las razones por las que decidió cesar a su Consejero de Deportes, López Viejo o al ex Alcalde de Majadahonda, pero la única pista es que aparecen mencionados en las cintas aportadas al sumario y que la presidenta de Madrid cuestiona. ¿Qué hará con su consejero, el señor Bosch?Esperanza Aguirre sigue sin explicar los motivos de la rocambolesca dimisión del Alcalde de Boadilla -con la patética actuación de Mariano Rajoy de por medio- que ha concluido con la burla de su permanencia como concejal -¿qué extraños recursos de convicción posee el señor González?- mientras arrastra a la condición de ex a la número dos de su lista que nadie había puesto bajo sospecha.Esperanza Aguirre torpedea los trabajos de la Comisión de investigación en la Asamblea de Madrid, censura las peticiones de documentación por parte de la oposición, y provoca la indignación cuando solicita por su parte documentación estrafalaria, absolutamente ajena al objeto de la investigación.
Por cierto, resulta sumamente significativo que sí esté interesada en conocer lo que se hace en el ámbito de la seguridad del Ayuntamiento que preside Ruiz Gallardón.Esperanza Aguirre amenaza con denuncias en los juzgados cuando en sede parlamentaria la portavoz socialista pregunta-insisto, pregunta- si no se estará retrasando deliberadamente el comienzo de los trabajos de la Comisión para permitir que vayan desapareciendo documentos. Ella no pregunta. Junto con su partido, acusa de connivencia a la Justicia y al Gobierno, y exige el cese en sus funciones de Baltasar Garzón-el instructor de los GAL- y de Mariano Bermejo.Esperanza Aguirre se está burlando de los ciudadanos a la par que pone en riesgo la credibilidad de las instituciones, incluido su propio partido, en el que ya empiezan a estar hartos del espectáculo.
Su último chiste sin gracia es admitir que se transmitan las sesiones de la Comisión de investigación por Telemadrid. Eso sí, por esa segunda cadena que se llama oficialmente “La Otra” y popularmente “La ¿qué?”Tengo la absoluta convicción de que el tiempo de Esperanza Aguirre ha terminado. Y no quisiera ver colgado en ninguna galería de ilustres otro retrato suyo que no sea una de las magníficas caricaturas de SirCámara.
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