jueves, 21 de julio de 2011

Aznar y la FAES: perversos y crueles planteamientos

La codicia desmedida de unos pocos y la ausencia de controles financieros (es decir, el delirio egoísta neocon) son los causantes de la crisis económica mundial según el presidente de los EEUU, Barack Obama.

Sin embargo, parece ser que en la FAES conocen la realidad económica mundial mejor que los asesores presidenciales de la principal potencia económica.

Así, el señor Aznar ha reclamado una “reforma seria” del mercado laboral y el establecimiento de “incentivos” para la búsqueda de empleo. No faltado la “flexibilidad laboral”, aperitivo obligatorio en el tapeo neoliberal.

Y yo, ante esto último me siento perplejo pues, si la “flexibilidad” es tan recomendable no comprendo porqué los dirigentes del PP (Rajoy, Soraya, Cospedal, el mismo Aznar…) se hicieron funcionarios. La verdad, estoy hecho un lío.

Además, hablar de “incentivos” para la búsqueda de empleo me parece de una perversidad sonrojante… señores de la FAES, ¿no les parece suficiente “incentivo” mantener una familia, pagar las facturas o pechar con una hipoteca? El riesgo de dormir al raso no parece suponer, según la FAES, suficiente “incentivo”. Seguramente ningún capitoste de esa fundación corre ese peligro. De ahí su pétrea insensibilidad.

También recomienda la FAES, en boca del ex presidente, “orientar a los desempleados a la formación”. Es decir, los ciudadanos debemos pagar de nuestros impuestos una formación de la que después se beneficiarán las empresas.

Por otra parte, si la “formación” es tan maravillosa confío que los dirigentes de la FAES envíen gozosamente a sus hijos a las escuelas de Formación Profesional para que cursen módulos de albañilería, ebanistería, solador-alicatador, etc.

Ahora bien, me resulta incomprensible el “olvido” de la FAES ante las primas millonarias y los contratos blindados—antítesis de la flexibilidad—pues, en consecuencia con su doctrina, estos factores “desincentivan” ya que lo estimulante es la precariedad, la incertidumbre y los sueldos raquíticos.

En realidad, este tipo de planteamientos neocon no pueden resultar más canallescos. Desvergonzadamente, el manual de instrucciones de la FAES propone que la crisis no han de pagarla los verdaderos culpables sino los trabajadores a base de pagarés de incertidumbre, inseguridad, angustia, privaciones y precariedad.

Por el contrario, no parece que las propuestas de la FAES se centren en un futuro reparto de beneficios entre los trabajadores, auténticos generadores de la riqueza. Tampoco en el aumento de salarios pues eso “recalienta” la economía (salvo cuando el incremento se aplica a directivos).

No indaga la Fundación conservadora en lo pernicioso de la codicia desmedida ni en lo letal de la ausencia de controles sobre el sinuoso curso del dinero. De los paraísos fiscales no se acuerdan. Y de la especulación, ni palabra.

Y va siendo hora de agarrar por las solapas—simbólicamente—a los neocon y hablarlos claro: “Señores, el sector privado se ha ido a hacer puñetas por obra y desgracia del egoísmo y los delirios económicos que ustedes defienden. Ha tenido que ser el sistema de protección público quien arroje baldes de agua en el incendio arrasador que el cáncer neoliberal ha desatado.”

No, señores de la FAES, los trabajadores no necesitan ningún nuevo “incentivo” ni ninguna “reforma seria”. Son ustedes quienes tienen que reformar en serio sus ideas egoístas y destructivas; son las grandes fortunas quienes han de ser “incentivadas” para invertir en economía productiva y no en especulación.

Sí, hay que “incentivar” para que el dinero no se refugie en paraísos fiscales sino que revierta a quienes lo ganan con su sudor, los trabajadores.

En conclusión, los planteamientos de la FAES buscan, a mi entender, el beneficio de una minoría a costa del dolor de la mayoría. Todo ello macerado en sofismas aunque, me duele reconocerlo, magistralmente vendidos. Para desgracia de tantos.

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